jueves, 14 de abril de 2011

vamos a jugar

Y entonces empecé a hablar no se como y dos horas después, y después de la cerveza
y llegué hasta el café y seguía hablando.
No fue un monologo, deje un espacio considerable para que entraran palabras que se volvían como aire para el fuego, gasolina para mi mente.

Me gustó lo de los hilos y la panza. Lo cuento.

Estas tu, esta tu pecho, y mas abajo esta ese nudo, que solo se siente en ciertos momentos dramáticos, lo cierto es que existe, y esta ahí aunque no te acuerdes de el.
De ese nudo salen millones de hilos de oro, de ahí para afuera, hay algunos hilos gruesos, unos delgados, unos mas largos, que agarran del otro extremo a todas esas personas que se unen a ti de una u otra forma, todas mediante estos hilos de oro. Y todos están jalando, unos mas unos menos.
Te tomas un momento y piensas, quiero a esta persona cerca, acerco esta otra persona a mi vida, la tomo, entonces ese hilo que jalaba lo acerco y ahora así, mas cerca, mas flojito deja de doler.
Sabes que no puedes acercarlos a todos, tienes que hacer algo aun mas difícil, decidir que hilos vas a cortar, a quien dejas ir, a quien dices adiós, te tomas un momento, te despides y lo cortas. Yo me imagine la presión que quitaría de esa parte del estomago, y la sensación de tener lo que necesitas cerca, y lo que no, quien sabe donde, ciertamente no jalando esa parte de ti que duele constante incluso sin saberlo.

La mente también necesita que juegues con ella, se divierte y aprende.

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