Fantaseo con el carro que venía directo a mis costillas y una mujer no identificada.
Acostada en un hospital con una sabana blanca que me cubre hasta el cuello, el pelo ondulado suelto sobre mis hombros, mis ojos bien abiertos y sin ni un rasguño. Sonrío viéndote pasar por esa puerta dejando atrás la confusión.
No sé donde esconder esta mirada. Sonrío humilde apenada como si lo hubiese hecho a propósito.
No ha sido ella. He sido otra vez yo y la luz verde.
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