“El matrimonio es el ayuntamiento de dos bestias carnívoras de especie diferente que de pronto se hallan encerradas en la misma jaula. Se rasguñan, se mordisquean, se devoran por conquistar un milímetro más de la mitad de la cama que les corresponde, un gramo más de la ración destinada a cada uno. Y no porque importe ni la cama ni la ración. Lo que importa es reducir al otro a la esclavitud. Aniquilarlo. “
Rosario Castellanos en su libro Álbum de Familia
Yo sí creo en el matrimonio, en lo que no creo es en las personas. Estas, no buscan en otro sentido mordisquear, ni rasguñar…ni mucho menos amar, buscan como se dice: aniquilar al otro y competir con él. No hay manera más estupida para los que echan a perder un matrimonio que el querer sobresalir pisoteando a la pareja. Y esto no es producto de mi imaginación, es bastante obvio: las personas deciden vivir juntas y firmar un papel con el fin de probarse como personas normales, “maduras y comprometidas” y lo más asqueroso de todo es que sólo terminan ocupándose de si mismos, haciéndose los mártires o en su defecto los victimarios. El ya no poder retar y reñir con los padres no quiere decir que la actitud que provocaba esto termine, simplemente se traslada hacia otro lugar: la pareja en turno.
Yo en una de mis inseguridades sobre una persona hice lo siguiente que voy a compartir. En realidad me funcionó, pero prefiero no decir públicamente cual fue mi decisión respecto a “dicho ejercicio”. Es el siguiente.
Solo ponte a pensar: mira a tu pareja, no solo lo veas, medita con su persona completa, (supongo que hay la suficiente confianza como para mirarse fijamente el uno al otro) imagínalo (a) en las circunstancias más precarias que puedan existir. Imagina que no es un príncipe ni princesa, quítale toda la hermosura física y de carácter, no es una belleza, es alguien que puede enfermar, declinar ante muchas adversidades, no estar de acuerdo contigo, puede gritarte en ocasiones, aunque luego reconozca que hizo mal (o tal vez no). Te comprende como puede, no siempre cumple con tus expectativas, de pronto sientes que ella o él no tiene ya, al igual que tú, los mismo intereses, pasan los años y deja de ser el o la misma en todas las cuestiones, como carácter, ideas, sueños, incluso en cuestión de sexo etc.…
¿Aun con todo esto lo aceptarías como esposo (a) o pareja en un futuro?
Si la respuesta es con todo el corazón afirmativa creo que como dice la canción, es amor del bueno. Ahora…imagina que el que tiene todos estos defectos eres tú mismo (a)…busca en el fondo de tu corazón y pregúntate si él o ella te aceptarían tal cual, se necesita ser muy honesto. Si tu pareja aun así te acepta y comprende…felicidades, probablemente sea la mujer o el hombre de tu vida. Pero si honestamente crees que no, es hora de buscar tu naranja completa en otro lado.
El meollo de todo esto es que la mayoría de los que se casan toman muy a la ligera eso de “en la salud y en la enfermedad…”, creen que solo es un voto como requisito y que nunca tendrán que recordar muy vívidamente la promesa que hicieron, pero la vida tiene muchas trastadas y cuando algo así se presenta simplemente huyen alejándose del que una vez dijeron amar.
Quieran o no aceptarlo, la felicidad en una pareja está en el compromiso…pero no solo con el otro, sino también con tu propia persona porque cuando engañas y abandonas no solo dejas al otro, sino terminas por burlarte de tus propias palabras, de ti mismo.
Mis respetos para las parejas que logran un matrimonio no perfecto, sino comprometido. Sé que tal vez halla muy pocos, pero estoy segura de que sí los hay. Saludos.
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