Aún no preveíamos todo el alejamiento ni nuestras espaldas tan vueltas o no yo al menos,uno solo sabe mas tarde cuando ha perdido la confianza o cuando perdieron otros la que tenian en uno_ si es que eso llega a saberse, y yo no lo creo, en el fondo_; si quiero decir que solo luego, cuando el presente es ya pasado y muy variable y dudoso y por eso puede contarse (y mil veces puede contarse, sin que ni dos coincidan), nos damos cuenta de que tambien nos la dábamos cuando el presente era aún presente y no estaba expuesto a su negación ni a su turbiedad o penumbra,o si no no podriamos ponerle a éste fechas y la verdad es que se las ponemos, si, solemos fecharlo luego todo con tanta precisión que da espanto: `hubo un día en que...`, decimos o recordamos como en las novelas ( que van a lo señalado siempre : se lo indica su desenlace, lo dicta; pero no todas lo conocen), en ocasiones a solas y a veces en compañía, dos recapitulando en voz alta: `fueron aquellas palabras que dejaste caer como si nada en tu cumpleaños las que me pusieron en guardia, o las que empezaron a retraerme´. `Tu reacción fue decepcionante, y hube de preguntarme si no me había equivocado contigo; pero eso era haberme equivocado durante demasiados años, luego quizá habias cambiado`. `No aguanté aquellos reproches, tan insistentes e injustos que pensé si no eran solo un pretexto tuyo, el modo mejor de enfriarme; y en verdad me quede helado`. Sí, solemos saber cuando algo se tuerce o se rompe o cansa. Pero esperamos siempre que se enderece o se suelde o nos recupere_ por sí solo a veces, como por arte de magia_ y que ese saber no se confirme; o si notamos que la cosa es aún más simple, que algo de nosotros fastidia o desagrada o repugna, nos hacemos voluntariosos propósitos para enmendarnos. Son teóricos e incrédulos, sin embargo, esos propósitos.
En realidad sabemos que no seremos capaces, o que ya nada depende de lo que hagamos, ni de que nos abstengamos. Es la misma sensacion que los antiguos tenían cuando a sus labios o a su pensamiento acudía esa expresión que nuestro tiempo ha olvidado, o mas bien ha rechazado, y se lo reconocían:
'La suerte está echada'. Y aunque la frase esté casi abolida, esa sensación persiste, y nosotros todavía la conocemos. 'Ya no hay vuelta de hoja', eso si me lo digo yo a veces.
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